jueves, 16 de febrero de 2017

Consumo de drogas en cárceles venezolanas: Comparación entre un penal urbano y otro rural


Consumo de drogas en cárceles venezolanas: Comparación entre un penal urbano y otro rural


Jenny D Latuff R1; Lya G Burelli G2; Marisela Díaz T3*

Lic. en Bioanálisis, Laboratorio de Biología Molecular del Banco Municipal de Sangre D.C.
2 Lic. en Bioanálisis, Laboratorio Central Hosp. "Simón Bolívar" del Complejo Hospitalario "Dr. José Ignacio Baldó".
3 MSc. Jefe de la Cátedra de Toxicología, Escuela de Bioanálisis, UCV.Correspondencia: mariseladt@hotmail.com

RESUMEN

A nivel mundial existe una grave problemática derivada del consumo de drogas en el contexto penitenciario, y Venezuela no escapa a esta realidad. El propósito de este trabajo fue determinar la prevalencia del consumo de drogas (cocaína y marihuana) en dos cárceles venezolanas: La Casa de Reeducación y Rehabilitación e Internado Judicial El Paraíso (IJP), en Caracas (N= 1060), y el Centro Penitenciario Región Oriental El Dorado (CPD), en el estado Bolívar (N= 145), con la finalidad de comparar el consumo de drogas entre un penal de ubicación urbana y otro rural. La detección de metabolitos urinarios de cocaína y marihuana se efectuó a través de inmunoensayo competitivo rápido, con un nivel de detección de 300 y 50 ng/ml, respectivamente. En IJP la muestra fue de 37 reclusos (3,5%), detectándose 56,8% de casos positivos. En CPD, la muestra estuvo conformada por 54 reclusos (37,2%) detectándose 57,4% de casos positivos. Mediante la prueba de chi cuadrado se concluye que no existe diferencia significativa (p= 0,05) en el consumo de drogas ni en el tipo de sustancia utilizada entre las muestras de los penales estudiados.

consumo de drogas, y de la criminalidad con él relacionada, que afecta a la sociedad.
Durante la década de los ochenta, la riqueza petrolera y la inversión extranjera permitieron a Venezuela evadir lacrisis económica que afectaba a otros países latinoamericanos (1)(2). Este período de crecimiento económicogeneró en nuestro país el auge financiero de la población, que se vio reflejado en el alto poder adquisitivo y la calidad de vida en "la época de bonanza del pueblo venezolano.(2) Después del llamado "Viernes Negro", la caída de los precios del petróleo y el aumento del dólar conllevaron a la depresión económica.

A principios de los noventa se instituyen rigurosas políticas de ajuste estructural, incidiendo directamente sobre la población de menor poder adquisitivo, lo que trajo como consecuencia el descontento popular. La disminución delos salarios y el deterioro de las condiciones de vida condujeron a una explosión de los índices de criminalidad, "ladelincuencia creció en 4,68% en 1996 con relación a 1995. En concreto, el nivel de asesinatos aumenta más de 10%, con una media de 401 personas asesinadas cada mes en Venezuela" (3)(4).

En la actualidad, el sistema penitenciario venezolano sufre una grave crisis, siendo el hacinamiento una constante, debido al aumento exacerbado de la población reclusa a principios de los noventa, sin que se incrementara el número de nuevos penales o se ampliaran los espacios ya existentes (4).

Según estadísticas del Ministerio del Interior y Justicia (MIJ) (5), en las cárceles venezolanas constantemente sondecomisadas grandes cantidades de drogas, siendo el crack y la marihuana las más frecuentemente encontradas,seguidas por la cocaína y el basuko, tal vez por ser de menor costo y de más fácil acceso a los consumidores de la población reclusa. Las cárceles venezolanas, receptoras de la población delictiva del país, son el reflejo agravado de los males que afectan a nuestra sociedad y, en tal sentido, en ellas se agudiza el problema del consumo de drogas (6).

Las políticas de Estado tienen ante sí el deber de garantizar que las cárceles actúen como centros de rehabilitación para lograr la reinserción del individuo en la sociedad, y no para acarrearle más problemas a ésta con la inclusión de un mayor número de consumidores.

En los centros de reclusión del país es una realidad el tráfico y consumo de drogas, hecho demostrado por lascifras de decomisos realizados en penales (5) y en investigaciones realizadas por Díaz M y col. (6) y Figueroa A. ycol. (7), siendo la población penitenciaria joven un grupo especialmente susceptible: las presiones, intimidaciones,agresiones entre reclusos, el abuso sexual, entre otros, son aspectos que condicionan al individuo y lo hacen presa fácil de las drogas. La existencia de estas sustancias en las cárceles implica que muchos reclusos puedan empezar a consumirlas; algunos presos pueden aumentar el hábito y otros, tal vez, pasen a conductas más perjudiciales como son mayor agresividad, los homicidios por encargo, la prostitución y el servilismo, recibiendo como pago el mantenimiento de su adicción (8).

El propósito de esta investigación fue determinar la prevalencia del consumo de drogas, específicamente cocaínay marihuana, en dos cárceles venezolanas: la Casa de Reeducación y Rehabilitación e Internado Judicial El Paraíso (IJP), conocido como La Planta, en Caracas, y el Centro Penitenciario Región Oriental El Dorado (CPD), en el estado Bolívar, comparando el consumo de drogas entre un penal de ubicación urbana y otro rural, con la finalidadde establecer la existencia de posibles diferencias y proporcionar propuestas para disminuir el consumo de estas sustancias.

MATERIALES Y MÉTODOS
La presente investigación es un estudio de campo, descriptivo, de tipo transversal, no experimental (9)(10). Este estudio se realizó en el marco de las Jornadas de Salud que desarrolla el "Proyecto Penitenciario" (11) adscrito a la Dirección de Extensión de la Universidad Central de Venezuela.
La recolección de muestras de orina parcial se realizó bajo criterios bioéticos de voluntariedad y consentimientolibre informado (12) para participar en la investigación y siguiendo el procedimiento de Cadena de Custodia, que se utiliza para análisis toxicológico, el cual consistió en que la persona recolectara la muestra, en envase apropiado y previamente identificado, en presencia de un guardia nacional, para inmediatamente entregársela a los autores de esta investigación, quienes personalmente se encargaron de su manejo y traslado al laboratorio. Las muestras de orina fueron conservadas a una temperatura que osciló entre 4 ºC y 8 ºC. En el momento previo a la toma de muestras, cada participante fue entrevistado a través de una ficha epidemiológica con la finalidad de obtener los datos biográficos: edad, tipo de delito cometido, historial de consumo y tipo de sustancia(s) consumida(s).
Previo al análisis toxicológico se midió la densidad y pH de las muestras a través de tiras reactivas de orina(COMBUR 10 test®) para comprobar la integridad de las mismas(6)(13)(14)(15); luego fueron analizadas paradeterminar la presencia de metabolitos de cocaína (Benzoilecgonina: BEc) y de marihuana (Tetrahidrocannabinol:THC).
Para la determinación cualitativa de drogas de abuso y sus metabolitos se empleó un inmunoensayo cromatográfico competitivo rápido (14) en un solo paso (CHEM – BIOLAB® para BEc y TECO DIAGNOSTIC® para THC). La prueba consiste en la competencia que se establece entre la droga o sus metabolitos, presentes en la muestra, con un conjugado de la droga inmovilizado en la membrana porosa en los sitios libres del anticuerpo. La muestra sube por capilaridad y los anticuerpos conjugados se unen a los sitios libres de la droga en la muestra, formando un complejo antígeno-anticuerpo. Este complejo compite con el complejo inmovilizado del antígeno en la zona de reacción positiva y no se produce una banda de color rosado cuando la droga está por encima del nivel de detección (300 ng/ ml para BEc y 50 ng/ml para THC) (16).
Los conjugados no unidos con el reactivo en la zona de control negativo producen una banda de color rosado, independientemente de la concentración de droga en la muestra, demostrando que el dispositivo está funcionandocorrectamente. Esta metodología fue validada en la Cátedra de Toxicología y se viene empleando desde hace seis años con resultados satisfactorios.
Los resultados positivos no fueron confirmados empleando técnicas de cromatografía de gases y espectrometríade masa (CG/MS), tal como lo recomienda la bibliografía (13)(17), debido a que no se dispone de esta tecnología en la cátedra y además se corre el riego de incluir sujetos con características de consumidores pasivos. Para el análisis de datos, se emplearon los siguientes procedimientos y técnicas: 1) cada ítem de la ficha epidemiológicafue registrado en una base de datos computarizada que consistió en un grupo de registros de las respuestasobtenidas; 2) para el análisis estadístico se realizó una distribución de frecuencia simple de la información obtenida. La tabulación de los datos fue mediante el programa Microsoft Excel 2000 bajo ambiente Windows XP; 3) para la comparación de resultados y posterior establecimiento de conclusiones y recomendaciones se empleó el estadístico chi cuadrado, determinando si existía o no diferencia significativa en el consumo de drogas entre la muestra tomada en el penal de ubicación urbana y el rural a un nivel de significación (p= 0,05).


Tabla N° 1 Distribución de las muestras estudiadas según grupos etáreos

Se puede apreciar que la mayoría de los sujetos estudiados se encuentran ubicados en los intervalos de clase de 18-25 y de 26-33 años. Del total de la muestra, estas dos clases representan 70,2% en IJP y 68,5% en CPD. Enambos penales la distribución es unimodal: en IJP la moda es 29 años y en CPD es 28 años.
Gráfico N° 1. Consumo de drogas (cocaína y marihuana) en ambos penales según hallazgos de laboratorio.Las barras representan el número de casos que resultaron positivos y negativos al ensayo de metabolitos de cocaína y marihuana. Fuente: Autores.

RESULTADOS
Del total de sujetos en estudio se obtuvieron como resultados positivos 21 casos (56,8%) en IJP y 31 casos(57,4%) en CPD. La prueba de chi cuadrado arrojó que no hay diferencia significativa en el consumo de drogas (cocaína y marihuana) entre las muestras analizadas para los penales en estudio.

Gráfico N° 2. Distribución de casos positivos según tipo de droga. Las barras representan el número de casos que resultaron positivos para cocaína, marihuana y ambas drogas en los penales en estudio.
Fuente: Autores.
En IJP, de 21 de casos positivos, 10 reclusos (47,6%) resultaron positivos a la determinación de metabolitos decocaína y marihuana; 4 reclusos (19%) fueron positivos sólo a cocaína y 7 reclusos (33,3%) fueron positivos sóloa marihuana, mientras que en CPD, de un total de 31 casos positivos, 16 reclusos (51,6%) resultaron positivos a ambos metabolitos, 4 reclusos (12,9%) resultaron positivos sólo a cocaína y 11 reclusos (35,5%) fueron positivossólo a marihuana. A través del estadístico utilizado, se comprueba que no existen diferencias significativas en eltipo de droga consumida en las muestras de los penales en estudio.

Tabla N° 2 Distribución de casos positivos según grupos etáreos

En IJP el mayor número de los casos positivos se encuentra en el intervalo de clase de 18-25 años con 47,6%,mientras que en CPD el intervalo de clase de 26-33 años representan 54,8%.

Tabla N° 3 Distribución de casos positivos según entrevista

En IJP, de los 10 sujetos que resultaron positivos a ambas drogas, y los 4 sujetos positivos a cocaína, todosniegan el consumo en la entrevista. De los 7 sujetos positivos para marihuana, solamente 4 (57,1%) admiten elconsumo en la entrevista.
En CPD, todos los sujetos que resultaron positivos niegan el consumo, tanto en el caso de positividad para cadauna de ellas como para ambas sustancias.
DISCUSIÓN DE RESULTADOS
El análisis estadístico de la información arroja un alto porcentaje de casos positivos para consumo de cocaína ymarihuana en las muestras correspondientes a los penales estudiados, con 56,8% en IJP y 57,4% en CPD. Tomando en cuenta que en los recintos penitenciarios no debería existir consumo de drogas, por ser consideradoun contexto de "cero tolerancia" (6), estos resultados reflejan una situación alarmante.
La situación demostrada en IJP y CPD no es exclusiva de estos penales, más bien es el reflejo de la problemáticacarcelaria en Venezuela, tal como se demuestra en otras investigaciones nacionales realizadas en el contexto penitenciario.
En un estudio realizado en el Centro Penitenciario Centro Occidental Duaca (CPO), en el estado Lara, el 51,6% del total de los reclusos de la muestra resultaron positivos para la detección de cocaína y marihuana (6)(7). En otro estudio, realizado en la Penitenciaria General de Venezuela (PGV), Edo. Guárico, y en el Internado Judicial de Monagas (IJM), en el estado Monagas, del total de reclusos de la muestra se obtiene un 37% y 52,8% de casospositivos, respectivamente (6).
El consumo de drogas en prisiones tampoco es un hecho exclusivo de las cárceles venezolanas, pues en muchospaíses se evidencia una problemática similar. La Unión Europea (UE), en su informe anual del año 2002 (18) reseña que actualmente todos los países de su comunidad experimentan graves problemas en las prisiones a causa de las drogas; asimismo indican que existe poca información sobre el consumo de drogas en las prisiones, sus causas y sus consecuencias. El porcentaje de presos que afirma haber consumido alguna vez una droga ilegal varía entre 29% y 86% (más del 50% en la mayoría de los estudios), dependiendo de la prisión y el país en cuestión. Entre el 16 y el 54% de los presos afirman consumir drogas dentro de las prisiones y entre 5% y el 36% de ellos se consideran consumidores regulares. Entre el 0,3% y el 34% de la población penitenciaria ha consumido drogas al menos una vez mientras estaba en prisión. Entre el 3% y el 26% de los consumidores de drogas afirman haber consumido drogas por primera vez en prisión. (18). Lo CC y col. en un trabajo realizado en Estados Unidos, indicaron que según datos obtenidos a través del programa Drug Use Forecasting (DUF) en el año 1993, un 54,3% de hombres reclusos tienen un test de orina positivo para la detección de drogas (19).
En lo que respecta a las edades, en nuestra investigación se evidenció que existe un gran número de casospositivos en edades comprendidas de 18 a 33 años en ambos penales, con un 76,2% de caso en IJP y un 87,1%en CPD, lo que corrobora que la mayor proporción de consumidores corresponde a los adultos jóvenes, los cualesal ser puestos en libertad sin haber recibido ningún tipo de tratamiento ni rehabilitación acarrean males mayores a la sociedad, por la inclusión de un mayor número de consumidores.Adicionalmente, estos sujetos pueden ver mermada su expectativa de vida por la aparición de efectos crónicos por el consumo de estas sustancias. En los trabajos realizados por Díaz M. y col (6) en CPO, IJM y PGV se obtuvo un 75% de sujetos distribuidos entre los grupos etáreos antes mencionados.
Igualmente, en nuestro estudio el 81% de los reclusos en IJP y el 100% de los reclusos en CPD, que arrojaronresultados positivos para la determinación de metabolitos de cocaína y marihuana, negaron en la entrevista el usoactual de estas sustancias. Al respecto, Lu NT, señala que cuando la encuesta es usada como metodología para estimar prevalencia de consumo de drogas frecuentemente se presentan resultados inexactos porque muchos de los entrevistados pueden negarse a suministrar datos verdaderos, aunque cerca de la mitad de los sujetos entrevistados, cuyos resultados fueron positivos, admitieron el uso de las mismas. (20). En tal sentido, en esta investigación estamos de acuerdo con Lu NT (20) y Díaz M. y col, (6) al considerar que la encuesta por sí sola no es un instrumento idóneo para constatar el consumo de drogas, en penales, mientras que el uso de los tests de orina permite validar los resultados de la investigación. Cabe destacar que la mayoría de los reclusos que participaron en la investigación realizada en IJP y CPD refieren haber consumido drogas antes de estar en prisión (60% y 84,6%, respectivamente), lo que lleva a pensar que la existencia de drogas en las cárceles facilitó el mantenimiento del consumo.
De todos los reclusos de IJP y CPD que participaron en este estudio, los sujetos que afirmaron haber consumidodrogas antes o durante su reclusión, refirieron consumir cocaína, crack, basuko y marihuana, situación que también se ha manifestado en otros penales nacionales (6)(7). Este patrón de consumo concuerda con las estadísticas de decomisos del MIJ (5), las cuales confirman que el consumo de drogas por vía intravenosa como la heroína, es muy escaso o inexistente en nuestras cárceles, como también lo refieren Posada A. y col, (21), probablemente por razones culturales, como temor a las agujas, a la dificultad para conseguir las inyectadoras y/o al mayor costo de estas sustancias (6).
En nuestra investigación se evidenció una mayor tendencia a reconocer el consumo de marihuana durante lareclusión, lo cual se pudiera explicar por una menor estigmatización de esta sustancia como droga de abuso, talcomo verbalizaron muchos de los sujetos participantes: "eso es como fumar cigarrillo", "la marihuana es más sanaque el tabaco".
Plourde C y col, mencionan que la proporción del consumo de marihuana se ha incrementado en Estados Unidos en comparación con la proporción del consumo de cocaína, el cual ha disminuido considerablemente (22). Así mismo, Lu NT, manifiesta que el modo preferido de consumir cocaína es fumada en forma de crack (20). La UE indica que la marihuana es la sustancia ilícita más frecuentemente consumida en el contexto penitenciario(18). Estos datos concuerdan con los resultados obtenidos en los penales aquí estudiados, donde se refleja un alto porcentaje de reclusos consumidores de ambas drogas, seguido por el consumo de sólo marihuana y por último de sólo cocaína. En CPO, PGV e IJM se observa una situación similar en cuanto a los porcentajes de consumo de ambas drogas, sin embargo se puede apreciar un mayor porcentaje de consumo de sólo cocaína sobre el consumo de sólo marihuana.
Leukefeld y col., consideran que las áreas rurales no están protegidas de las drogas, pues los hallazgos muestrandiferencias no significativas en el uso de estas sustancias entre poblaciones penitenciarias ubicadas en áreasurbanas y rurales, por lo que en estas últimas es necesario implementar programas de prevención para evitar el consumo de drogas (23). La ausencia de clasificación de reclusos y los constantes traslados, entre múltiples factores, han traído como consecuencia que la población penitenciaria venezolana sea muy heterogénea, con una compleja mezcla de culturas; por tal razón, cuando nos referimos al CPD como un penal rural y a IJP como penal urbano, se hace en referencia a la ubicación geográfica de los mismos y no al origen de su población, lo que podría explicar que no haya diferencias estadísticamente significativas en el consumo de drogas en las muestras analizadas de ambos penales. Evidentemente, las características geográficas del CPD no impiden el acceso de drogas a sus instalaciones, ni son suficientes para que disminuya el tráfico y consumo de drogas.
Algunos autores mencionan una relación directa entre el consumo de drogas y la criminalidad (19)(24). Warner BD y col., mediante una inspección realizada en cárceles, detectaron que un 52% de los reclusos entrevistadosestuvieron bajo la influencia de las drogas y el alcohol en el momento en que cometieron sus delitos. Un elevado porcentaje en el número de reclusos que consumen drogas, señala que hay una relación directa entre droga y crimen. En consecuencia es necesario aplicar tratamientos de rehabilitación a los delincuentes consumidores (24).
Lo CC y col., en un estudio realizado en siete condados de Ohio, en Estados Unidos, indican que el tratamientopara sustancias de abuso ha sido comprobado como un método efectivo que conduce a los reclusos hacia una mejor calidad de vida. De igual forma, señalan que es muy importante tratar de comprender los factores que puedan incentivarlos a participar en los programas de tratamientos antidrogas. Así mismo, refieren estudios anteriores demostrando que el contexto social no sólo influencia el nivel de conducta del individuo para el uso de drogas, sino que también modera los efectos de factores individuales predisponentes al uso de las mismas (25).
En nuestro estudio no se establece la relación entre estas variables debido a que los reclusos se niegan a suministrar datos fidedignos acerca del delito cometido, pero sin duda es necesario implementar programas de prevención que propicien la disminución del tráfico y consumo de drogas en las cárceles, así como la rehabilitación de los reclusos consumidores, garantizando la adecuada reinserción de estos individuos una vez que sean puestos en libertad, disminuyendo la posibilidad de que vuelvan a delinquir. Por último, es necesario mencionar que una limitación para la detección de drogas radica en que la eliminación de éstas es predominantemente controlada por su biotransformación. Los metabolitos de cocaína y marihuana son detectables en la orina durante períodos críticos luego de un consumo único, trayendo como consecuencia falsos negativos cuando éste haya sido posterior a la ventana de detección, subestimando así los resultados. En la presente investigación, probablemente no se obtuvo un mayor número de casos positivos, dadas las características farmacocinéticas antes mencionadas, tanto de la cocaína como de la marihuana, la no participación de un mayor número de sujetos en el estudio y la imposibilidad de utilizar métodos analíticos confirmatorios más sensibles (CG/MS), aunque es de hacer notar que si se utilizan metodologías con niveles de cut-off muy bajos, se corre el riesgo de incluir sujetos con características de fumadores pasivos. Estos sujetos no presentan efectos psicoactivos y numerosasinvestigaciones confirman que la cantidad de metabolitos absorbidos de estas drogas se encuentran a una concentración que puede ser detectada por los tests de orina (13)(14)(17)(26)(27)(28)(29)(30). Las condiciones para que ocurra el consumo pasivo son espacios pequeños con poca ventilación, donde sujetos no consumidores son expuestos al humo de drogas como crack, basuko y marihuana, condición muy frecuente en estos recintos, según testimonio de los mismos reclusos (6).
CONCLUSIONES
1. Del total de muestras analizadas en IJP (n= 37) y en CPD (n= 54), se obtuvieron respectivamente 21 (56,8%) y 31 (57,4%) casos positivos a las drogas en estudio. El estudio estadístico indica que no existe diferencia significativa entre el consumo de drogas entre las muestras analizadas para ambos penales.
2. Con relación al tipo de droga consumida, el 47,6% de la muestra del IJP y el 51,6% de la muestra en CPD, resultó positivo para marihuana y cocaína. Seguido de los casos positivos sólo a marihuana (IJP: 33,3%; CPD: 35,5) y por último sólo cocaína (IJP: 19%; CPD: 12,9%). El estudio estadístico indica que no existe diferencia significativa en el consumo de sólo cocaína, sólo marihuana y ambas drogas.
3. Del total de casos positivos, en IJP el 47,6% se encuentran en el grupo etáreo de 18-25 años, mientras que en CPD el 54,8% de los casos positivos se encuentra en el grupo de edades de 26-33 años.
RECOMENDACIONES
Los resultados de este trabajo demuestran la necesidad de implementar programas de prevención en todos los centros penitenciarios, independientemente de su ubicación geográfica, que permitan favorecer la reinserción del individuo a la sociedad. En aquellos reclusos en los cuales se confirme el diagnóstico de drogodependencia es imperativo promover su inclusión en tales programas. Para el logro de este ideal se requiere de acciones conjuntas, desarrolladas en etapas, que contribuyan a disminuir la problemática del consumo de drogas en las cárceles, tales como establecer convenios entre el Ministerio del Interior y Justicia y las universidades nacionales a fin de abordar la problemática del consumo en penales, con la participación de equipos multidisciplinarios que contribuyan al mejoramiento de este sistema, utilizando como modelo rector la labor realizada por el Proyecto Penitenciario de la Universidad Central de Venezuela. Para un estudio integral de la población penitenciaria sería conveniente realizar investigaciones similares que incluyan a todo el personal encargado de la vigilancia de los penales, como son los custodios y los guardias nacionales. Las discrepancias observadas entre la información aportada por los reclusos en la entrevista acerca del consumo de drogas y los resultados del ensayo de metabolitos urinarios, confirman que la encuesta por sí sola no es una metodología apropiada para realizarestudios en contextos penitenciarios y que es necesario validar los resultados empleando los tests de orina.

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